Más oscuro, más profundo, más allá
La nueva carrera espacial ha hecho más urgente que nunca la pregunta central de la biología: ¿qué es la vida? La NASA y otras agencias espaciales han diseñado tres categorías para proteger planetas y otros cuerpos celestes cuya clasificación depende, principalmente, del potencial de estos cuerpos para albergar vida (habitabilidad).
Estos tres niveles de protección son cruciales para determinar el potencial de explotación de un cuerpo celeste. Por ejemplo, la Luna y Marte se encuentra bajo niveles de protección diferentes. Los recursos de nuestro único satélite natural podrían explotarse en el futuro con más facilidad que Marte (potencialmente habitable) al ser considerado un cuerpo celeste sin vida.
Pero, ¿qué es la vida? ¿Cuál es el límite entre lo vivo y lo no vivo? Estas preguntas se plantean los astrobiólogos que visitan Ríotinto, para estudiar la nueva frontera de la biología: la Biosfera Oscura. Una biosfera totalmente aislada de la energía del Sol, viviendo en las profundidades, donde hasta hace poco se consideraba que era imposible que existiera la vida. La Biosfera Oscura nos recuerda la imposibilidad de definir la vida y sus límites. La vida, tal como la conocemos en la Tierra, se basa en el carbono y el agua, pero esta definición es limitada y antropocéntrica. La ciencia es incapaz de dar una definición exacta de qué constituye la vida; su esencia radica en su misma indeterminación.
Pero si no podemos definir la vida y sus límites ¿cómo podemos determinar si un cuerpo celeste es habitable o no y por lo tanto un potencial recurso para la explotación humana? La propuesta de establecer categorías de exploración y explotación en el Espacio Exterior según la habitabilidad se vuelve problemática, no solo desde una perspectiva ética, si no también científica.
La instalación Más oscuro, más profundo, más allá reflexiona sobre esta problemática a través del paisaje de Riotinto y su singularidad. Esta topografía alberga la mina más antigua del mundo en explotación y es el mejor análogo de Marte en la Tierra (a nivel mineral y bioquímico). Aquí se ha probado la tecnología espacial de rovers que exploran y sondean hoy la superficie de Marte en búsqueda de rastros de vida.
En la instalación, estas vertientes de Riotinto dialogan y convergen, de forma sensorial, para apelar al futuro de la exploración espacial y su particular dilema biológico. Máquinas extractivas trabajando en la noche, sin referencia y contexto, en una oscuridad que unifica los cuerpos celestes del Sistema Solar. Astrobiólogos en la noche investigando la Biosfera Oscura a través del monitoreo del río Tinto. Y, por último, imágenes de archivo originales del rover Perseverance en Marte, buscando rastros de vida, mientras perfora y sondea el suelo prístino del Planeta Rojo. Un explorador, con ojos de silicio e inteligencia artificial, que termina revelándose en las imágenes como una suerte de minero no-humano. El primer minero extraterrestre.
Obras en exposición
Más oscuro, más profundo, más allá
Videoinstalación, tres canales, 5´53´´.