Seminario-taller dirigido por Valentín Roma, Estancia 1. La verdad radica en el extremo del proyecto Estancias, practicas restituyentes sobre la colección Artium, Artium, Centro-Museo Vasco de arte contemporáneo, Vitoria, del 3 al 8 de octubre de 2011.
Durante seis días, el espacio expositivo se convierte en un lugar de trabajo donde diez artistas reflexionan productivamente sobre las obras señaladas y a partir de tres preguntas fundamentales para entender algunas operaciones confrontativas del arte:
1. ¿Qué convierte lo escatológico en político?
2. ¿Cómo emplear la blasfemia sin dejarnos atravesar por la cólera y sin convertirnos en caricaturas vociferantes?
3. ¿De qué manera profundizar en la escatología y no homenajear lo abyecto, la infantil y fotogénica grosería?
Participantes: Elena Aitzkoa, Usue Arrieta (We are QQ), Oier Etxebarria, Edu Hurtado, Marc Larré, Alberto López Baena, Ana Martínez, Manuel Prados, Gonzalo Sáenz de Santa María Poullet, Susana Velasco.
Paralelamente al desarrollo del taller se realizan dos sesiones teóricas, abiertas al púbico, impartidas por Antonio-Prometeo Moya y Servando Rocha.
- Miércoles, 5 de octubre de 2011: La Facción Caníbal. Historia del Vandalismo Ilustrado por Servando Rocha
- Jueves, 6 de octubre de 2011: Los siete pilares de la sabiduría contemporánea o Elogio de las reservas de Robespierre ante la demagogia de Marat y las prevaricaciones de Danton por Antonio-Prometeo Moya
Juego de manos (Joan Ponç)
Proyecto ideado en el taller El gabinete dialéctico dirigido por Valentín Roma
Recuerdo que con frecuencia tenía dolores de cabeza, y mis padres me decían: «reza un Padrenuestro y se te pasará». Yo rezaba uno tras otro, pero el dolor, lejos de desaparecer, aumentaba; por fin llegaba mi abuela y me decía: «¿por qué estás rezando, es que tienes dolor de cabeza?». Me daba una aspirina y el dolor desaparecía milagrosamente. Quién sabe si, por esta razón, me inspira más fe la física que la religión.
Mis padres, como castigo, me mandaban al desván de la casa. Mientras subía, para consolarme y afrontar el miedo que me producía subir solitariamente las escaleras, dibujaba con las uñas sobre el yeso de las paredes. Por lo visto, los castigos eran frecuentes, pues quedaron las paredes repletas de ellos, y a partir del día en que se dieron cuenta, me encerraron en los sótanos, en cuya oscuridad seguía dibujando en el aire.
Joan Ponç