El silencio material. El lenguaje como territorio de debate / el cuerpo como generador de discurso (después de algunos años…)
La voz humana, videoacción realizada en 1997, es un trabajo sobre la violencia del lenguaje, sobre la utilización pública de la palabra y sobre la operatividad de los discursos construidos bajo premisas no consensuadas sino impuestas. Tomando como punto de partida un fragmento del libro de Miguel Cereceda «El origen de la mujer sujeto» (1996), donde el autor habla de diversos territorios lingüísticos y de su vinculación genérica, este proyecto reflexiona sobre la voz de las mujeres (no siempre propia, sino muchas veces mero reflejo de formas estereotipadas), y propone una fusión cuerpo/lenguaje -una rematerialización del discurso- que genere un territorio híbrido extendido, más allá de la asimilación acrítica de paradigmas hegemónicos, pero también lejos de la posición ahistórica del silencio vacío. El escrito que enmarcaba esta acción, publicado en 1999 dentro del catálogo “Futuropresente”, comenzaba con las palabras de Ingebord Bachmann en Malina:
La Esfinge : “Voy a revelarle un secreto terrible: el lenguaje es el castigo. En él han de entrar todas las cosas y en él deben perecer según su culpa y la medida de su culpa”.1
Edipo, querido Edipo…, nada ha cambiado. Ahora como entonces, sigo pensando que el lenguaje es uno de los instrumentos mas eficaces de dominio, el dispositivo privilegiado que nos introduce realmente en las reglas del juego, la herramienta principal para la (re)ubicación de subalternidades y jerarquías persistentes. Porque lo que en el fondo plantea la Esfinge no es un banal ejercicio de brillantez retórica, sino la imposibilidad de entendimiento que subyace en unas relaciones dialécticas estructuradas por el tardocapitalismo y su división global del trabajo, por el orden heteronormativo, por el sexismo, por el racismo…, la lucha por el instrumento fundamental, la inexistencia, incluso, de un lenguaje común para todas y todos tras la inscripción en un régimen simbólico único. Ahora como entonces, y a la luz de las continuas noticias, me pregunto: ¿(La falta de) el lenguaje es el precio de nuestra economía amorosa?
El lenguaje nos alumbra, nos conforma, posibilita no sólo nuestras relaciones o nuestros discursos, sino también nuestros cuerpos, su representación: poseer el lenguaje es poseer capacidad de (re)significación. Decir todavía que las mujeres hablan/escriben de forma pública no se traduce en que lo hagan con palabras propias, sino, en muchos casos, mimetizando estrategias y prosodias para poder acceder a una cuota de ejercicio de poder. Por otra parte, cambiar el lenguaje, rematerializarlo, es una práctica política que va mucho más allá de la adopción de un registro esencialista. Una praxis discursiva crítica pasa por la evidenciación de las normas del marco lingüístico, que son las del juego social. Porque como ya decía la poeta afroanorteamericana Audre Lorde, “Las herramientas del amo nunca van a desarmar la casa del amo”.2
María Ruido
1 Bachmann, Ingebord (1986): Malina. Madrid, Alfaguara (pág. 102).
2 Lorde, Audre: citada por Lauretis, Teresa de (1993): “Estética y teoría feminista: reconsiderando el cine feminista” en 100% (Catálogo). Sevilla, Ministerio de Cultura (pág. 250).
http://www.workandwords.net/es/projects/view/481
https://www.macba.cat/en/art-artists/artists/ruido-maria/voz-humana