Damnatio memoriae
No, no estamos ante una exageración. Esta imagen es admisible si se presta usted a un sencillo ejercicio de visión espacial. Cierre los ojos.
Traslademos primero los muros de contención de la balsa de relave de Cobre y Aguzadera de la explotación de las Minas de Río Tinto, al área del casco histórico intramuros de la Sevilla del Siglo de Oro.
Imagine un área de 2,32 km de largo por 1,53 km de ancho, o mejor, imagine una masa, de norte a sur, que va desde la Basílica de la Macarena hasta Puerta Jerez y de este a oeste, desde la Avenida José Laguillo hasta el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Retenga esta imagen y ahora démosle altura a esta ensoñación, hasta los 100 metros, que es la cota propuesta en el proyecto de recrecimiento que tramita el Servicio de Industria y Minas de la Delegación Territorial onubense.
Bien, sólo falta que llenemos esta inmensa balsa, hasta el borde de su capacidad, con 343 millones de toneladas de lodos tóxicos. Esto es todo. Abra los ojos.
Esto es lo único que quedaría de la Sevilla identitaria y milenaria. Una mano sosteniendo un estandarte como único vestigio de la ciudad que fue el símbolo de la Reconquista y de la identidad nacional.
En apenas unos segundos, hemos borrado el núcleo histórico de una ciudad, incluyendo el espacio expositivo en el que nos encontramos. Una imagen más cercana a la Pompeya tras la erupción del monte Vesubio que al Puerto de Indias e inmortal joya del barroco.
Pero no estamos ante un desastre natural, estamos ante un constructo humano, ante la cara oculta del progreso, ante un potencial accidente a tiempo de ser evitado. Abra los ojos.
Au79_ Polimero Wangard
En 1989, Jorge Furtado estrenó La Isla de las Flores, un breve y certero documental sobre el crudo funcionamiento del mundo, a las puertas del S.XXI. En 1993 nació en Europa la agencia Euronews e inundó los canales informativos de imágenes de la guerra y la pobreza en países inmersos en conflictos, con el trasfondo del expolio de sus recursos, en sus cápsulas No comment.
Han pasado tres décadas y hemos normalizado el consumo de estas imágenes ya oxidadas, en un mundo al borde de la transmodernidad. Podría parecer que nada nos conecta con estas narrativas, que el destino del tercer mundo, y su invisibilidad, nos es ajeno en comprensión y en responsabilidad. Pero la miseria, eso que ahora llamamos riesgo de exclusión social, es un discurso sostenido, independientemente de los contextos políticos y sus promotores.
La minería, uno de los principales motores de las economías globales a lo largo de la historia del ser humano, no es ajena a estos padecimientos. En los países democráticos la ciudadanía puede oponer resistencia al extractivismo por el impacto en el paisaje, en la salud y en la economía turística. Pero en un gran parte del mundo, esta extracción se produce en medio de la privación de derechos, la explotación indiscriminada de recursos y personas, provocando grandes masas de desplazados y refugiados y en última instancia, es la única opción de sustento para adultos y para niños. ¿De dónde proceden los metales preciosos con los que construimos los iconos euroasiáticos de nuestro folclore cultural?
La explotación minera ya no es un relato escrito por nuestros antepasados, una foto en blanco y negro, un grabado o una pintura. En el último siglo hemos construido una imagen veraz y en movimiento capaz de transmitir la miseria en la que viven millones de seres humanos, en tiempo real. Pero en menos de tres décadas, la fuerza de esa imagen ya no nos lleva a la catarsis, la tragedia ya no purifica los sentimientos. La imagen ya no ofende, sólo el sonido puede reavivar la pasión y la polémica.
¿Qué haremos cuando ni siquiera la crispación pueda remover nuestra humanidad?
Obras en exposición
Damnatio memoriae
Arcilla, madera, arena, tiza, metal y tinte de catalpa, 2023.
Au 79
Videocreación, 5´25´´, 2023.