Organismo. Año Cero

Organismo | Arte en ecologías críticas aplicadas es un programa de estudios independientes que conecta la investigación, la teoría y la especulación con casos específicos de intervención que se activan mediante alianzas con diferentes agentes. El proyecto nace con el fin de explorar nuevas metodologías y configuraciones de actores en procesos de transformación ecológica. Trabaja con la hipótesis de que las prácticas en las que los artistas lideran proyectos interdisciplinares tienen un gran potencial para contribuir al cambio de paradigma cultural hacia formas de habitar el planeta desde la complejidad y la inclusión.

Organismo es una iniciativa de TBA21–Academy y el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza que se propone como catalizador de nuevas formas de conocimiento surgidas de la relación entre arte, ciencia, políticas públicas y conservación. Funciona como un sistema de vínculos entre la investigación artística, cuerpos de gobernanza, agentes de distintas disciplinas y comunidades locales para facilitar el co-desarrollo de proyectos plurales e interseccionales, necesarios para abordar los retos y crisis de la contemporaneidad.

La experimentación en metodologías y configuraciones sistémicas es inherente al propio proceso de pensamiento y diseño de Organismo; este año cero del programa de estudios independientes se plantea como un proceso de prototipado durante el que testear pautas, hipótesis y especulaciones organizativas.

Las líneas de investigación de este programa piloto de estudios independientes, que se desarrolló entre enero y junio de 2024 son: inteligencia colectiva, conservación en convivencia, derechos de lo más-que-humano, inteligencia líquida y ecologías de las tecnologías. Los casos aplicados que articulan el año cero del programa son: 

– Conferencia del Océano de las Naciones Unidas – Barcelona, Cataluña – facilitado por TBA21.
– Suq Centeno – Córdoba – facilitado por Plata y la Fundación Daniel y Nina Carasso.
– Territorio Abadía Retuerta – Sardón del Duero, Valladolid – facilitado por Abadía Retuerta.
– ARQVA – Museo Nacional de Arqueología Subacuática, Cartagena, Murcia –  facilitado por el Ministerio de Cultura.
– Altamira – Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, Santillana del Mar, Cantabria – facilitado por el Ministerio de Cultura.
– Narrativas inmersivas – virtual – facilitado por TBA21.

https://tba21.org/organismoES

ALTAMIRA / Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira

La cueva de Altamira estuvo habitada durante el Paleolítico, entre 36.000 y 13.000 años atrás. Se sitúa a 158,5 metros sobre el nivel del mar, en la parte superior de un karst de origen Plioceno. Sin embargo, apenas quedan señales de la circulación subterránea del agua ya que su formación se debe a desplomes del techo y hundimientos gravitacionales del subsuelo. Fue uno de estos desprendimientos lo que taponó el acceso a la cueva y la mantuvo escondida e inaccesible, permitiendo la magnífica conservación de las pinturas de su interior. La cueva no fue encontrada hasta 1868 por un vecino de la zona, Modesto Cubillas, y sus pinturas no serían descubiertas hasta 1879 por María Sanz de Sautuola y su padre Marcelino, quien publicó el hallazgo. La excepcionalidad de las imágenes merecieron su inclusión en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1985. La afluencia creciente de visitantes llevó a un aumento de los índices de CO2 en su interior que desencadenó una aceleración del deterioro de los pigmentos. Por ello, el Museo de Altamira propuso como alternativa la construcción de la réplica conocida como la Neocueva, que permite conocer el lugar tal y como fue habitado en la Prehistoria, antes de las transformaciones naturales y antrópicas que le dan su aspecto actual.

Hoy, una de las intenciones del museo es atender a este entorno del que la cueva se mantuvo aislada, al tiempo que dotar a su acceso de valor como lugar histórico. El museo quiere salir de la cueva para situarnos en el contexto, analizar las relaciones que vinculan el yacimiento a su entorno y contar sus historias como medio para narrar qué motivó asentamientos humanos duraderos en este enclave. Para conocer más profundamente quiénes fueron los habitantes de esa cueva de más de 290 metros de extensión, cómo eran sus vidas y cómo se relacionaban con ese espacio, debemos entender qué es lo que llevó a aquellas comunidades a habitar esta y otras cuevas que se ubican a pocos kilómetros como La Clotilde, Las Brujas, Las Aguas, El Linar o Cualventi. Este caso de estudio toma de punto de partida la exploración del contexto ecológico particular al yacimiento prehistórico, sus condiciones ecosistémicas, sus entramados de relaciones. Atenderá, por ejemplo, la evolución de su vegetación autóctona en paralelo a la identificación de las presiones de la vegetación alóctona, tanto en el balance de su biodiversidad como en la identidad paisajística. El caso se desenvuelve, así, como una aproximación al tiempo profundo del lugar, para entender al ser humano en relación con la región en el paso del tiempo y el arraigo a la comarca. A su vez, este análisis quiere conectar con la intención del museo de reflexionar sobre el tipo de turismo dominante en este tipo de enclaves para trabajar hacia el planteamiento de otras formas de experiencia del lugar menos extractivistas, alejadas de la explotación de los territorios.


VÁLVULA: Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira. Subdirección General de Museos Estatales, Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes – Ministerio de Cultura de España.
PULSOS: Valentin Bansac, Laura Fernández Antolín, Sofía Koulokouri, Manuel Prados, Elena Rocabert, Oxel Urra y Jorge Van Den Eynde.