«De la O» en The Ryder

La fotografía De la O (Miguel Benlloch y Manuel Prados, 2004) de la serie TipoTopoTropos forma parte de la exposición Touch me not (Noli me tangere) que se expone en la galería The Ryder de Madrid del 12 de febrero al 3 de abril de 2021.

With TipoTopoTropos (1998-2016) #MiguelBenlloch assumes several different characters, such as Maria de la O (a famous gypsy character from Spanish popular culture) or a Palestinian activist. Through this patchwork of converging identities, he builds a series of #anatomicalfictions that renders the #body a creative space to interact with, and #gender as a playground for us to explore.

Noli me tangere, “No me toques”, es el título que ha recibido un momento singular del evangelio de Juan en el que Jesús interpela a María Magdalena en su primera actividad como resucitado. San Juan narra en este pasaje como, tres días después de morir Jesús, María Magdalena acude a su tumba y la encuentra vacía; durante el camino de regreso a Jerusalén para avisar de lo ocurrido al resto de discípulos Magdalena se encuentra con un hombre que resulta ser su maestro resucitado, Jesús en carne y hueso. Es en este momento cuando ella, tras percatarse de lo sobrenatural de esa aparición, se acerca para tocarle y él le increpa con el célebre – no me toques – (noli me tangere en su versión latina) – porque aún no estoy con mi padre-.

María Magdalena deseaba acariciar esa carne que días antes estaba sin vida, pero no podía hacerlo, porque ese pequeño acto de cariño, para ella inofensivo, alejaría a Jesús de lo divino, de lo etéreo, de lo sagrado. Resulta paradójico pensar en esa frase, ahora que el tacto se ha convertido en un arma peligrosa en medio de una pandemia mundial. El cuerpo y el tacto están hoy relacionados de nuevo con la prohibición, con la enfermedad y la muerte y ese  ‘no me toques’  acude a nuestra mente cada vez que alguien sobrepasa la distancia de seguridad. Una caricia o un roce con otro cuerpo supone en la actualidad el inicio de una sospecha, sospecha del cuerpo que lo recibe ya que puede ser contagioso. Los cuerpos son portadores de peligro y no de placer y la distancia se ha convertido en ese espacio sagrado que nos vuelve inalcanzables, casi divinos, pero desde tan lejos no puedo tocarte.

Jean Luc Nancy, en su libro acerca de esta escena bíblica, remarca la importancia de mencionar el tacto para destacar la relevancia del cuerpo. Para él prohibir el tacto es afirmar la santidad de ese cuerpo que se vuelve sagrado al mismo tiempo que vacío, no humano –Noli me tangere es una frase que toca porque no puede hacerlo- nos dice. La ausencia del tacto que se nos impone hoy probablemente nos produce una frustración similar a la que experimentó María Magdalena, porque vuelve a todos los cuerpos sagrados, impermeables y vacíos.

Esta danza de empatías y frustración sobre el cuerpo y sus contornos viene desarrollándose durante siglos y aunque parecemos haber vuelto a la casilla de inicio y a la prohibición absoluta, todos esperamos que esto no dure. Sin embargo, resulta interesante aprovechar este momento sin tacto para hablar del cuerpo, de sus límites, y de como los deseos generados en torno a él han sido un espacio para la práctica política. La carne y el deseo de tocar, de gozar la piel, siempre han tratado de ser delimitados, clasificados y sobre todo controlados. Los cuerpos, vistos constantemente como motores del deseo, se han impregnado desde muy al principio de eso que Paul B Preciado llama ficciones anatómicas, creando identidades pactadas, asignadas a los cuerpos sin preguntar antes, desde fuera, sin tocar.

Esta exposición toma como punto de arranque este pasaje del evangelio, que la historia del arte ha tratado en innumerables ocasiones; para asomarse a todas esas miradas que ven el cuerpo como un campo de batalla, como el germen de muchos deseos diversos que, por su disidencia, abren grietas en un sistema agotado.

El recorrido de la exposición se inicia con la obra Urzeit Venus (1978) de la artista surrealista Meret Oppenheim. La obra revisita el concepto de la venus históricamente asignado al cuerpo de la mujer para presentar un objeto de apariencia inclasificable que puede ser cualquier cosa, rompiendo con las políticas clásicas del placer relacionadas con lo femenino. Miguel Benlloch nos cuenta a través de su performance El detective (2017) su experiencia de lo Queer desde el relato de su vida, pasando por las distintas etapas en las que su cuerpo fue encontrando nuevas formas de enunciación. Este performancero, como a él le gustaba definirse, comparte a través de esta acción sus inquietudes de genero desde la honestidad que caracteriza su obra. Del mismo modo, a través de TipoTopoTropos (1998-2016) Benlloch se retrata en distintas personalidades, desde Maria de la O a un activista palestino, construyendo una serie de ficciones anatómicas que pasan por un cuerpo creativo y abierto a la experimentación que entiende el género y sus políticas como un elemento para ser conjugado con libertad. Valie Export con Mujer con brazo de rascacielos (1978) nos presenta un montaje fotográfico en el que una delicada figura de mujer se superpone al skyline de una ciudad industrial de altos edificios. Esta superposición forma un cuerpo nuevo que desafía la clásica fragilidad con la que la mujer suele ser representada. Al combinarla con la masculinidad algo fálica de un rascacielos, la artista plantea un nuevo cuerpo atravesado por una realidad industrializada en la que ella se muestra empoderada, pudiendo ser cualquier cosa.

Como en todos los cuerpos, tanto individuales como colectivos, Anatomy of pleasure (2017) de Saelia Aparicio es un organismo cruzado por varias historias que unidas forman un todo. La escultura, fruto de una profunda investigación en torno a los materiales que la forman, presenta una suerte de cuerpo formado por varios elementos: unos mechones de pelo sintético, unos guantes de limpieza o una sombra de ojos. La obra juega con nuestra subjetividad que rápidamente tiende a asociar esta escultura con un personaje femenino, pero nadie ha dicho nunca quién o qué es Anatomy of Pleasure. En A Misterical Journey, Aparicio nos presenta un viaje por los interiores de un cuerpo ficticio repleto de personajes y objetos que lo componen por dentro, invitando al espectador a contemplar una especie de digestión fabulada que nos hace pensar en lo que ocurre bajo nuestra piel.

La serie de dibujos Polifilia (2020) de Eva Fábregas de nuevo nos invita a imaginar organismos que van más allá de lo humano y que se relacionan con objetos en encuentros cargados de un erotismo muy especial. Sus escenas deconstruyen la economía del placer para sugerir encuentros de formas mutantes, sin género ni identidad, que sólo existen en su propio disfrute sin tiempo y sin espacio. Seven Wives (2020) de la artista Anna Perach investiga la historia de las emociones femeninas y cómo éstas han sido clasificadas desde la psicología o la cultura popular. Empleando técnicas de bordado inspiradas en el folclore del norte de Europa, sus esculturas se adentran en los diferentes momentos de la historia en los que el sistema ha tratado de adueñarse del cuerpo femenino, delimitándolo y separándolo de sus emociones. Co referencias tan dispares como la teoría de los arquetipos de Jung o el cuento de Barba Azul, Perach teje estos relatos para construir un nuevo espacio desde el que poder cuestionarlos.

En tiempos de aislamiento e higiene esta muestra recoge el trabajo de artistas que entienden que los cuerpos se pueden conjugar como si fueran verbos y con ellos nos cuentan historias. Historias de piel, de sudor, de deseo, de sexo y de todas esas cosas a las que deseamos volver para que ese ‘no me toques’ se quede en eso que contaba San Juan: un relato, un recuerdo, una anécdota.

The Ryder
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